De pandemia y emociones, es un pequeño texto que refleja como en estos tiempos difíciles de confinamiento causado por la pandemia del coronavirus, transitamos por diversas emociones, y como a través de ellas y conectándonos entre nosotros, aunque sea en la distancia, logramos avanzar.
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Nos ha arrollado el tren de la pandemia. Desde el momento del impacto, hemos transitado de la incredulidad al temor. Temor por una amenaza difusa que se cierne sobre nuestras vidas y lo inunda todo: la salud, la familia, los proyectos de vida y de profesión.
Del temor hemos transitado a la tristeza. Tristeza por los que están sufriendo, por los que ya no están, por lo que hemos perdido, por lo que podemos perder.
De la tristeza a la rabia: ¿Cómo lo hemos podido hacer tan mal? ¿Por qué no se ha previsto? ¿Por qué no se ha evitado? De la rabia a la impotencia: Hemos comprendido cuan indefensos y vulnerables somos.
De la impotencia a la angustia. Sentir que no tenemos el control y que nuestros dirigentes tampoco lo tienen nos crea incerteza. Y la incertidumbre es amiga de la angustia. Y volvemos al miedo, a la tristeza, a la rabia…
En algún instante, percibo un atisbo de alegría: ¡Hoy se han curado muchas personas!, alguien me regala un concierto desde un balcón, un amigo lejano me envía un mensaje gracioso 🙂 Y la alegría me acerca a la esperanza.
Entonces, me invade una sensación extraña, una conexión con el resto de la humanidad… Siento como todo el planeta, en sus cinco continentes habitados, está luchando contra un único enemigo: un agente microscópico que se cuela en nuestros cuerpos y trastoca nuestras vidas. Y que nos recuerda que no estamos aquí para quedarnos.
Después de la incredulidad inicial, ando, desando y vuelvo a andar el camino que va del
miedo a la esperanza, a la vez que intento esquivar a la tristeza y la rabia.
Y me mezo en esta red invisible que nos conecta a todos.
Me infunde fuerza la fuerza de la gente.
Me infunde energía la energía de los aplausos de las ocho de la noche.
Siento orgullo por la determinación de los médicos, enfermeras y personal sanitario,
del primero al último.
Siento orgullo por la capacidad de adaptación, de trabajo, de sacrificio de tanta gente. Me conmueve la solidaridad de los vecinos. Me reconforta la empatía, del afín y del diferente.
Siento que nos une la compasión
Y al final del día, escojo confiar, acercándome, paso a paso, a la esperanza.
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De Pandemia y emociones por Dolors Vilà
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